Desde lejos no se ve.

El otro día pensaba... no se si será que me estoy poniendo viejo or what, pero desde hace tiempo tengo la sensación de que cuando me limitaba sólo a leer revistas (actividad que me encanta aún hoy en día, disfruto mucho leyendo una buena nota, no importa si la banda entrevistada existe o no , me gusta o no, son amigos mios o no) le prestaba mucha atención a las declaraciones de los músicos, a veces casi que las memorizaba y no voy a negar que todavía recuerdo alguna que habré leido en mis dulces 16 ("Dentro de una pelea muy violenta, salí bastante favorecido", Pil Trafa).

El tema es... al hacer Jedbangers (no porque sea Jedbangers, podría ser otra revista, el punto es hacer una) voy perdiendo cierta ilusión que seguramente mantienen viva algunos de ustedes, los lectores. No me refiero a la ilusión de cruzarse a Hetfield (el otro día me dijo Matías G. que James en inglés quiere decir Santiago. Todavía no lo puedo creer.) sino a esa cosita inocente que uno siente cuando lee una nota. Obvio que por ser el autor uno sabe si cuando hizo la nota estaba nervioso, ansioso, si la hizo en calzoncillos mirando la tele o si tuve que rastrearlo por todo el hotel al músico interrogado. También se que tono usó para decir algo y con un poco de viveza puedo darme cuenta que tantas ganas tenía de hablar. En mí (o el redactor de turno) queda en hacer de todo esto algo interesante más allá de las peripecias que tuvimos que hacer para realizar la nota. En mi queda darle el tono a la nota, orientarla hacia algún lado e incluso en mi queda reflejar de la forma más fiel lo que sucedió en esos momentos que tuve la atención del entrevistado.

Pero hay algo que -salvo que seas una rata- no debés cambiar. Ni retocar. Ni exagerar. Me refiero a las declaraciones. Al menos eso sería lo ideal, y es lo que trato de hacer en cada número de jeds. Pero tengo un problema, a veces creo que por no querer resultar amarillista, cierta jugosas declaraciones pasan desapercibidas.

De hecho, cuando alguna vez usé un título que sale de una charla con amigos o utilizo alguna exageración que -si lo pensás medio segundo- te das cuenta que es con la intención de sacarte una sonrisa, recibo más comentarios que cuando no destaco una frase que de por si misma tiene un contenido mucho más fuerte.

Hasta el día de hoy me cruzo con gente que me dice "cómo vas a poner que por Lamb of God tiembla Slayer" (en referencia al agotado número 12 de jeds que tenía un título en la tapa que decía "Lamb of God: tiembla Slayer") mientras que más allá de que el post de la salida del último número tenga 60 y pico comentarios, ninguno hizo referencia al diálogo entre Ricardo Iorio y el tano Marciello en donde Iorio termina diciendo "No hagamos temas de Hermetica porque son horribles".

Imagino que de haber puesto eso destacado, ya sea en la tapa o en un título hoy se estarían quemando varios discos de la H en Plaza de Mayo. O tal vez fotos del gran richard.

Por si no se entendió, no pretendo que por una revista se suicide gente o crucifiquen a un músico. Nada de eso. Sólo me preguntaba si

a) aquel Hugo de 16 años era muy fanático y por eso le daba tanta bola a los detalles
b) no tenía nada mejor que hacer y por eso aprendía de memoria las declaraciones
c) en la era de los foros de internet y el bardeo gratuito, en la era de "me bajé 43 discos en 3 horas", no está de moda leer una nota y prestarle atención.

Probablemente mi post parezca exagerado (es más, lo es). No fue un buen día. Y el final pinta peor.

Se aceptan opiniones.